Se Borja un nuevo modelo

Mucho más determinante desde el banco (cuatro goles en 2025) que arrancando como titular (solo uno), al modelo vigente de Miguel Ángel Borja no se lo debe medir únicamente por su efectividad sino por su lenguaje corporal. Por lo que demuestra más allá del gol. O lo que intenta demostrar en pos de ayudar.

En Guayaquil, el mismo colombiano al que Enzo Pérez le rezongó para que dejara de tirarse no recurrió a la trampa de dejarse caer ante el forcejeo del defensor Gustavo Vallecilla para inducir un penal -en términos futboleros- cobrable o al menos revisable. Siguió. Puso cuerpo, voluntad y esmero para ganar una pelota que por biotipo tranquilamente podría haber dado por perdida. Y se impuso. Y lanzó el centro que decantó en el gol de Mastantuono. Uno que pasó de ser decorativo de un resultado cómodo a determinante.

Esa actitud de un Borja solidario y consustanciado con la necesidad colectiva representó una antigua definición de Rafael Borré, quien en 2019 le decía a Olé que “el goleador en este River no tiene que ser egoísta”. La lógica sigue rigiendo en la moderna era Gallardo. Especialmente en una horma que reclamana vértigo, cambios de posición, dinámica e inteligencia puesta al servicio del juego en equipo. Algo que quizás al Colibrí le haya costado asimilar en contraste con el predecesor del Muñeco. Un Martín Demichelis que si tuvo a Miguel Ángel como goleador fue porque el equipo trabajaba para ello.

El delantero, pleno año de reflexión introspectiva (su contrato vencerá el 31 de diciembre), necesitaba tener una noche como la que disfrutó en el Banco Pichincha. En donde certificó que es útil no sólo como último toque. Tanto es así que en el mapa de calor de su partido se destacó como zona de influencia el perímetro del área y las bandas, donde se dedicó más a pivotear para la descarga filosa que a probar definiciones sin pericia ni sentido práctico.

Habiéndose ya quitado la espina de los penales fallados de manera crónica -en la lluviosa noche de domingo ante Vélez, con suspenso, por fin anotó por esa vía- y liberado de esa angustia que lo llevó a llorar en el Bosque cuando se sintió afuera del superclásico, Miguel Ángel desde su lugar parece querer demostrar que comprendió el cambio de paradigma de River. Esforzándose por encajar para ser parte, sin importar desde dónde le toque hacerlo.