Mastantuono y el cuidado con los elogios y las presiones

Franco Mastantuono es el hombre del día. Mejor dicho, el chico de la tapa, tal como apareció en el Olé del lunes tras el 2-1 de River ante Boca con una gratísima actuación. Un golazo de tiro libre, personalidad para pedirla siempre y, pese a sus 17 años, cargarse el equipo al hombro en el Súper, con lo que ello implica. Tiene bien ganados los elogios post partido, pero hay que tener una cuota de mesura en el corto y mediano plazo.

No es sencillo en un mundo tan volátil, con opiniones y comparaciones rápidas en las redes sociales, donde te suben o te bajan de un hondazo. Y ahí entran a jugar todos. El rol del propio ecosistema futbolero, con periodistas, especialistas o hasta ex jugadores hablando 24 por siete. En el afán de moda por estar buscando al sucesor de Lionel Messi, a Mastantuono, por ejemplo, ya se lo cataloga como tal. Como al propio Leo, por ejemplo, le pasó con la figura de Diego Maradona. A la par, se habla ya de la futura venta millonaria a Europa y que debiera recibir el llamado a la Selección. Tarde o temprano, posiblemente, todo eso ocurrirá por decantación. Sin embargo, no hay que olvidarse de que es aún un adolescente -que todavía no terminó la secundaria como dato que sí viene al caso- y tiene un larguísimo camino por recorrer, tanto en lo futbolístico como en la vida misma. No hay que presionarlo.

Cargarlo rápidamente con una mochila y señalarlo “con el debe hacer o tiene que”, en tan poco tiempo -y con apenas 55 partidos en primera y siete goles-, puede ser perjudicial. Los elogios son divinos al leerlos o escucharlos, pero hay que saber cuándo, dónde y cómo emplearlos. Hubo casos de chicos que aparecieron y pintaban para romper el molde y, meses o años más tarde, terminaron en un segundo plano o inadvertidos en otras latitudes, sin cumplir las expectativas generadas.

Bienvenido entonces el mensaje de Marcelo Gallardo, uno que sabe gestionar a jóvenes con el apoyo de hombres de experiencia en el vestuario, al destacar sus virtudes, reconociendo “el entusiasmo que despierta para su corta edad”, pero subrayando que tiene que “seguir desarrollándose como jugador y persona”. Paños fríos y un correcto aporte de moderación. Y allí entra también el rol del entorno del nacido en Azul (familia, amigos) y de su capacidad de asimilación y aprendizaje.

Mientras tanto, continuemos disfrutándolo con el cuidado que corresponda.