No se puede medir todo según los resultados. Hay matices que pueden amortiguar el efecto de una acción que no termina de la mejor manera. Va más allá de una lucha ideológica futbolera: los grises existen, por más que no tengan buena prensa.
No se puede medir todo según los resultados. Hay matices que pueden amortiguar el efecto de una acción que no termina de la mejor manera. Va más allá de una lucha ideológica futbolera: los grises existen, por más que no tengan buena prensa.
Y en esa lupa entran todos. Los técnicos que no pueden terminar un contrato como también aquellos que ya pasaron el umbral de ídolos a leyenda, y Marcelo Gallardo es uno de esos que inobjetablemente se ganaron entrar en otra dimensión.
Ahora bien, todos los elogios que se merece el Muñeco no impiden que algunas de sus ideas merezcan ser revisadas. River acumula, con él como entrenador, ocho definiciones por penales consecutivas en las que fue eliminado. De 13 que tuvo en total, perdió en 11.
¿Cuál es el ruido? Que hay una corriente futbolera que sostiene que estas situaciones no son entrenables. “No se puede reproducir la situación del partido”, es la concepción a la que técnicos como Gallardo suscriben. Incluso luego de la derrota con Platense, la explicación del DT fue que trabajarán para no llegar a estas definiciones.
¿No será tiempo de probar con otro camino, a la luz de los resultados que tuvo su estrategia? Está claro que ni el remate de Castaño pegó en el palo por eso ni que Driussi le pateó tan mal por la misma razón.
No hay recetas en el fútbol que aseguren nada, pero los fundamentos para no trabajar los penales podrían aplicar entonces para no entrenar ninguna acción en especial, ya que tampoco se puede reproducir el mismo contexto que en un partido por los puntos.
Incluso en breve, River afrontará la segunda fase de la Copa Liberadores en la que, en caso de igualdad, tendrá otra vez la definición por penales como desafío. Gallardo es demasiado inteligente para dejarse ganar por la terquedad.