De héroes, vergüenzas y alertas

Los cuartos de final de esta Liga Profesional fueron a pura adrenalina. Dos se definieron por penales, otros dos 1-0. Los cuatro, con victorias de los visitantes, nada menos que en la Bombonera y ahora en el Monumental. Y quedan cuatro semifinalistas que buscan hacer historia el 1° de junio en Santiago del Estero.

Del cierre de martes hay dos miradas finas. Primero la del ganador, Platense, que se fue consolidando como equipo y metió un planteo superinteligente en terreno ajeno. Así se cargó a dos grandes, en Avellaneda y en Núñez. Y así como fue finalista con Palermo de entrenador, otra vez copa la parada con la dupla Orsi-Gómez. Plan de juego, carácter, consciencia de equipo. Todos para uno, uno para todos.

El Calamar tuvo la templanza para levantarse de un escandaloso error del árbitro Falcón Pérez (va al Mundial de Clubes), quien pese a los reclamos previos del banco dio al revés un lateral que hubiese evitado la jugada del penal de Borja. Equivocarse así, con un cuerpo arbitral numeroso y con tiempo previo a tomar la decisión, es incomprensible; lo mismo con la no expulsión de Acuña en el segundo tiempo, por doble amarilla o por roja directa. Sin embargo, Platense dio la talla en los penales como en los 90’, donde dominó estratégicamente el juego y pudo haber ganado después de 31 años. Emocionó hasta ver a Orsi en videollamada con su familia desde el mismísimo campo de juego. Y ahora, se viene otra visita a un grande: San Lorenzo.

Una jugada determinante en el final

Del otro lado, Gallardo tiene tela para autoanálisis de cara a lo que viene. Un golpazo porque River volvió a ser el de los partidos previos a Boca, sin fuego sagrado arriba y con mandíbula floja y un Martínez Quarta que no levanta. Como con Talleres en la Supercopa, volvió a perder en los penales, donde había sacado ventaja. No estuvo a la altura y más con la racha ganadora con la que venía, en la Libertadores y en el torneo. Confundido como el técnico en la definición, reclamando que le faltaba patear un penal sin entender que ya había sido eliminado.

Claramente, Gallardo lo sabe, la guardia alta debe estar siempre. No sobra nada y por cómo se dio este adiós, es una advertencia. Porque si no, en la Copa o en el Mundial, te pasa como con Platense.

El enojo del capitán de Platense