"¿Ahora esconden las pelotas, cagones de mierda?”, fue la recordada explosión de Ángel Cappa (junto con Tangalanga, Federico Luppi y el Flaco Traverso, quizás el cuarteto de puteadores más celebrado del país) en la definición del torneo de 2009, cuando Vélez salía campeón contra su recordado Huracán del tiki tiki.
Exabruptos y bromas al margen, Pipo Gorosito ya se ha anticipado a lo que espera que pase el domingo cuando su Gimnasia vaya a Junín a enfrentar a Sarmiento: que se van a tirar al piso, demorar y hacer desaparecer las pelotas de reposición.
Gorosito no es adivino: tiene antecedentes suficientes como para exponer las costumbres que viene mostrando ese equipo cuyo entrenador, Israel Damonte, con bastante cara de piedra, ha negado que sea pérdida de tiempo:“Es control del tiempo”.
Entonces: ya sabemos que casi todo equipo que va consiguiendo su resultado ni se apura ni pone mayor entusiasmo en el ritmo del partido, y sabemos que la trampa para estirar los minutos se ha incorporado alegremente al “folclore” (fue la interpretación de Dabove cuando el chofer del carrito de Huracán lo hacía fallar, para tardar más en salir de la cancha) y que funciona, porque los árbitros no penalizan las demoras ni agregan el tiempo real al final.