Más ordenado en lo defensivo, algunos niveles individuales recuperados, un poco más de intensidad, sobre todo eso, hicieron un Boca diferente, mejor, con las mismas herramientas de siempre. Mariano Herrón no vino con ningún plan revolucionario, de hecho jugó con el módulo (4-3-3) preferido de Hugo Ibarra, pero mejor pisado. Curiosamente, las mejoras vinieron de atrás para adelante, aunque la goleada sugiera lo contrario.